El análisis victimológico

{ Posted on 15:01 by Patricia Càceres }
Con él se trata, en definitiva, de realizar una auténtica "autopsia psicológica" de la víctima a través de la que se intenta determinar algunas cuestiones de gran importancia para la investigación. Como veremos, las características de la víctima pueden ayudar a explicar los motivos del asesino y en consecuencia dar más
detalles sobre su perfil. Westham afirmaba en su obra "The show of violence" (1948) que "no se puede comprender la psicología del asesino sin comprender la sociología de la víctima".
Hickey y Egger son los dos autores que detentan el mérito de haber estudiado a las víctimas de los asesinos en serie con más profundidad. En un reciente estudio, el primero de ellos desvelaba que la mayoría de ellas son mujeres y niños, es decir, personas vulnerables y fáciles de controlar.
Comprobó que, en general, los asesinos en serie han victimizado a más mujeres adultas (el 65% del total estudiado) que a hombres adultos, pero la mitad de todos los delincuentes investigados había matado por lo
menos a un hombre adulto y el 24% al menos a un niño.
En base a los referidos estudios de Hickey y los suyos propios, Egger ha desarrollado el perfil típico de las víctimas de asesinos en serie y el concepto de "less−dead" (los "menos muertos"). Para este autor, son
"aquellas que en la mayoría de los casos se encuentran indefensas o son percibidas como impotentes dada su situación, el lugar o el status social que detentan en su entorno". Algunas de estas víctimas, procedentes de
estratos sociales devaluados cuando están vivas (vagabundos, "sin techo",
prostitutas, inmigrantes, niños desaparecidos,.) se convierten en "menos muertos". Para la sociedad, pierden cualquier importancia que pudieran tener, ya que representan estigmas indeseables que, en realidad, merecen desaparecer.
Para algunos autores, estos prejuicios también influyen en la policía que, según ellos, no toma el mismo interés en la resolución de estos crímenes que en la de otros casos en que la "importancia social" de las
víctimas implica una mayor presión de la opinión publica para la pronta resolución del asunto. Algo que conocen los asesinos y que explicaría, también, el por qué los "less−dead" son con tanta frecuencia elegidos
como víctimas.
El análisis victimológico es el desarrollo del perfil de la víctima. Ello supone confeccionar una completa biografía que incluya todos los datos necesarios para llegar a conocer a la persona tan bien, o incluso mejor
que su propia familia. Através de esto también podemos encontrar ciertos rasgos del asesino.
Todos estos datos son recogidos con técnicas tradicionales de investigación (análisis de archivos y fuentes documentales, entrevistas, etc.).
Es importante determinar el nivel de riesgo, pues nos revela algunos datos sobre el presunto asesino en cuanto a su modo de operar; y es uno de los signos más fiables para determinar también la importancia que la víctima tiene para su victimario. Este nivel de riesgo, referido a las probabilidades de ser elegida como víctima de este tipo de delincuentes, se clasifica en alto moderado y bajo.
Para precisar en cual de estos niveles se incluye una determinada persona se tiene en cuenta el hecho de que, en principio, niños y ancianos son víctimas de alto riesgo, porque no saben defenderse bien. Los estudiantes son incluidos en el grupo de riesgo moderado, ya que se tiene constancia de que algunos asesinos y violadores en serie obtienen sus víctimas de los ambientes universitarios. Víctimas de bajo riesgo son aquellas cuya profesión y estilo de vida hacen que no sean blancos de los asesinos.
Son dato importantes para precisar el nivel de riesgo los hábitos de vida (costumbre de salir hasta altas horas de la noche, de frecuentar ambientes marginales, el consumo de drogas, etc.), la residencia en relación a una posible zona de actuación preferente de algún "depredador", el status social (es decir, la pertenencia a los
grupos sociales más desfavorecidos a los que nos hemos referido como "less−dead"), las características de personalidad (fundamentalmente el grado de introversión/extroversión, así como el de agresividad y decisión) y, en mucha mejor medida de lo que generalmente se piensa, las características físicas. Es un tópico
fomentado por el cine y las novelas el pensar que la mayoría de los asesinos y violadores en serie eligen a sus víctimas por su parecido físico, coincidente con su "modelo".
Seguramente el caso que más ha contribuido a esto fuera el del famoso Theodore Bundy, que secuestraba jóvenes universitarias que mostraban el aspecto físico que a él le gustaba. Pero, esto es mucho menos
frecuente de lo habitual.
Todos los datos obtenidos deben ser evaluados específicamente en relación a las circunstancias de cada caso el lugar del secuestro y/o agresión (si es propicio para llevar a cabo la acción o no lo es), el momento (si es de noche o de día, la hora en relación a la posible frecuencia de paso de otras personas por ese lugar), los medios
empleados para llevarla a cabo y la forma de hacerlo, etc.
El riesgo de la víctima también está directamente relacionado con el corrido por su agresor para cometer el delito y que igualmente es objeto de análisis. Por ejemplo, el hecho de que una víctima de bajo riesgo sea
secuestrada en circunstancias de alto riesgo puede indicar algunas cosas
sobre su captor que puede actuar bajo algún tipo de factor estresante personal, que no es su primera víctima (ya que puede ser un signo de experiencia previa y de seguridad en sí mismo) o que necesita excitarse al máximo para cometer el crimen.
La selección de la víctima es otro aspecto que conviene estudiar. ¿Fue elegida de forma premeditada o es una víctima de oportunidad?
Algunos autores, como Holmes y Holmes, atribuyen una selección de víctimas característica de ciertos tipos de asesinos seriales; siendo generalmente aceptada la premisa de que todos los asesinos en serie organizados tienen un modelo de víctima "ideal". Pero los estudios llevados a cabo sobre este particular demuestran que excepcionalmente coinciden las víctimas con el modelo particular de su asesino, y que únicamente una pequeña parte de ellas reunía más de la mitad de las características deseadas.
Para explicar esta discordancia se ha recurrido a dos argumentos: el primero, la prioridad que suelen otorgar a la seguridad los criminales durante la comisión del hecho; el segundo, la naturaleza de la exigencia que lo conduce a la violencia.
Es muy difícil que durante la fase de búsqueda de su "presa" se de la coincidencia de encontrar una víctima considerada idónea en lugar y circunstancias que permitan su captura fácil y segura. Podría esperar a otra ocasión en la esperanza de que esto ocurra, pero generalmente no es así.
Y no lo es por la naturaleza apremiante de sus impulsos: aunque inicialmente piense esperar el momento oportuno para conseguir su presa, el paso del tiempo antepone la exigencia de actuar a la de escoger una víctima ideal. Holmes compara este comportamiento depredador con el de un león hambriento al que le gusta la carne de gacela, por lo que espera a que aparezca una dejando pasar otras posibles presas: pero cuando falla en algunos intentos (ya que obviamente las gacelas no colaboran para que consiga su objetivo) y le acucia el hambre, atrapará cualquier presa que se ponga a su alcance.
Así, podemos estar de acuerdo con Caroline Block cuando dice que el homicidio está en función de la vulnerabilidad de la víctima y de los
esfuerzos que esté dispuesto a realizar su asesino.
Sin embargo, Rossmo (1994) apunta que la geografía juega un papel importante en la selección de la víctima.
Para este investigador, debe haber otros factores, aparte de los citados, que influye en la elección del lugar apropiado para llevar a cabo el ataque: ¿es un sitio adecuado? ¿es familiar, resulta cómodo? ¿hay rutas de huida?. Este autor, en base a estas y otras consideraciones, desarrolló la técnica del ''perfilado geográfico" de la que hablaré más adelante.
También debe estudiarse la posible relación previa entre víctima y asesino. En la inmensa mayoría de los casos, ambos son desconocidos. Pero en determinadas ocasiones, la primera víctima de una serie sí puede ser conocida con anterioridad por su asesino. El conocimiento de sus costumbres, su carácter, algún suceso común en sus vidas o cualquier situación surgida en el transcurso de su relación interpersonal puede
desencadenar la elección o simplemente el crimen. En cualquier caso, el grado de relación no suele pasar de superficial, aunque algunos asesinos comenzaron asesinando a miembros de su propia familia (Edmund
Kemper, por ejemplo).
Con toda la información sobre la víctima obtenida hasta el momento, pueden tenerse suficientes elementos de juicio para determinar la importancia o significado simbólico que pudiera tener para el asesino.
A este respecto hay que señalar que para algunos tipos de asesinos seriales, sus víctimas son el instrumento necesario para satisfacer sus pulsiones y necesidades psicológicas y sexuales, para llevar a cabo sus fantasías.
Su principal razón para el asesinato en estos casos no es el crimen en sí, sino sentir el ejercicio del más pleno poder y control sobre la situación y su victima, su terror y subyugación. Uno de estos asesinos (Holmes y
Holmes,1994) comparaba a sus víctimas con un vaso de papel desechable, sirve para saciar la sed pero una vez que está vacío y ha servido para su propósito es inútil y puede arrugarse y arrojarse a la papelera olvidándose de él, como si nunca hubiera existido. Así, una vez satisfechas sus necesidades, la víctima sólo constituye un estorbo del que hay que deshacerse sin más miramientos. Otro asesino confesaba en sus diarios:
"La víctima es el plato sucio de después del banquete, y fregar los platos es una tarea ordinaria..."
Para otros asesinos, en cambio, la víctima puede ser el objeto mismo de sus fantasías y deseos, confiriéndole por tanto una gran importancia simbólica que implica en muchos casos un irreprimible deseo de posesión
hacia esa fuente de placer. Este significado simbólico puede explicar el hecho aparentemente incomprensible de que muchos asesinos en serie conservan de diferentes modos los cuerpos de sus víctimas (desde la
congelación hasta el enterramiento bajo el suelo de la casa o el jardín, pasando por el almacenamiento en los armarios), para poder revivir su fantasía nuevamente. Dennis Nilsen, asesino en serie británico, conservaba los cadáveres de sus víctimas hasta que comenzaba el proceso de putrefacción para que le hiciesen compañía, e incluso los metía en su cama para dormir con ellos.
Los actos ejercidos con la víctima (las lesiones, mutilaciones y agresiones sexuales sufridas) y las reacciones frente al cadáver (taparlo, ocultarlo, mostrarlo, lavar las heridas) son de gran importancia para la identificación de este aspecto de la victimología.
En algunos casos, la carga simbólica que tiene la víctima puede llevar a su agresor, si le es psicológicamente posible, a asumir importantes riesgos que hacen predecible su conducta, por lo que la determinación de este aspecto es de vital importancia, ya que puede conducir a la detención del asesino.
Aunque excepcional, pensemos en el asesino que es capaz de arriesgarse hasta el límite para conseguir sus víctimas "ideales", por ejemplo, chicas universitarias; a sabiendas de que la policía sin duda montará un
dispositivo especial en los campus y zonas de ocio frecuentadas por ellas.
Más frecuente es el asesino que se arriesga a volver al lugar donde esconde los cadáveres de sus víctimas para revivir la situación vivida, o el del que tiene la necesidad de dejar los cadáveres en lugares visibles y posturas ofensivas, con la intención de impresionar o incluso desafiar a la policía. Conocer la probabilidad de que esto suceda aumenta las posibilidades de lograr conocer su perfil.

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