QUE HAY EN LA MENTE DE LOS ASESINOS SERIALES?

{ Posted on 14:47 by Patricia Càceres }


¿Qué es un asesinato en serie?

De acuerdo a Steven Egger un asesinato serial se define por las siguientes características:

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Un mínimo de 3 a 5 víctimas, con un periodo de tiempo entre un crimen y el siguiente
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El asesino no tiene relación con las víctimas. Aparentemente el crimen ocurre al azar o sin conexión con los otros
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Los asesinatos reflejan el sadismo del criminal, y su necesidad de tomar el control de la víctima
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Raramente el asesino obtiene una ganancia material, el motivo siempre es de orden psicológico
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Las víctimas tienen un valor "simbólico" para el asesino, esto se entiende tras ver que hay un método específico para matar
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El asesino casi siempre escoge víctimas vulnerables, tales como prostitutas, niños, etc.

No existen sólo en las películas. La realidad, pasada y presente, ofrece, lamentablemente muchos ejemplos.

Hay especialistas en determinar cómo piensan, qué los lleva a matar y cómo seguirles la pista para evitar que cometan nuevos crímenes

Hélene Frinking tenía 27 años, era bonita y estudiaba Medicina cuando apareció muerta en su departamento parisiense del barrio de la Bastilla. El asesino la ató a una cama, la violó y le cortó la garganta.

La madre de la víctima, Anne Gautier, creyó que nada podría superar el horror de ese crimen brutal.

Sin embargo, se equivocaba: la negligencia policial la forzó a convertirse en detective y se horrorizó aún más al descubrir que el ADN y las huellas digitales vinculaban la muerte de la hija con dos ataques previos contra mujeres jóvenes en la misma zona.

Sin embargo, la policía no había alertado sobre el asesino serial ni había publicado su identikit hasta que La Bestia de la Bastilla se cobró su cuarta víctima.

"Si la policía hubiera hecho su trabajo, dos de estas cuatro mujeres todavía estarían vivas -afirma Anne Gautier-.

Francia está en la prehistoria en cuanto a resolver crímenes seriales: no hay un registro nacional de ADN y la policía no se molesta en hacer un perfil psicológico del criminal, que es práctica de rutina en Gran Bretaña y los Estados Unidos." "Si quieren entender al artista, analicen su trabajo." Con esta frase de cabecera, John Douglas dirigió durante 20 años la Unidad de Apoyo Investigativo del FBI, un grupo de elite dedicado al rastreo de los asesinos seriales, e inspiró uno de los personajes de la película El silencio de los inocentes.
¿Quién es el asesino?

El asesino serial promedio es un hombre blanco, proveniente de la clase social media-baja, generalmente en sus 20 o 30 años. Por lo común sufrió abuso físico, mental o ambos desde niño. Algunos de ellos resultan muy inteligentes y elevaron grandes expectativas entre sus familiares. También se sabe que muchos tienen fijación por la policía y otras figuras de autoridad. Otros sirvieron en la milicia; algunos trataron de ser policías pero fueron rechazados. Para acercarse a sus víctimas se hacen pasar por agentes policiales.
¿A quién matan?

Como ya he mencionado, las víctimas aparte de ser personas vulnerables o en situación de desventaja resultan tener un cierto valor "simbólico." Ted Bundy mataba a las estudiantes de cabello castaño lacio, ¿era acaso una especie de venganza, tras ser rechazado por su novia? Con raras excepciones, pero un asesino serial humilla y convierte en objetos a sus víctimas; Bundy rara vez alargaba los diálogos con la víctima, pues esto destruía parte de la "fantasía." El asesino es sádico en extremo, tortura sus víctimas hasta la muerte e incluso es capaz de resucitarlas para continuar con el tormento. Necesitan dominar, controlar y sentir que el otro les pertenezca, en el amplio sentido de la palabra. Muerta la víctima, regresan a su enorme soledad, a la furia y el odio contra si mismos. Este ciclo infernal termina con su muerte o cuando son capturados.
Máscara de normalidad

Debido a su naturaleza netamente psicópata, el asesino serial es incapaz de sentir simpatía ni menos alguna clase de empatía con los demás o por sus víctimas.

Es completamente incapaz de vivir una relación con alguien mas. Pero en cambio aprenden muy bien a simular que lo logran; de su entorno familiar y laborar toman lo que requieren para desarrollar una actuación magistral.

Son consumados actores sin duda alguna. Aman gozar de autoridad y de ejercerla. El caso de John Wayne Gacy, The Killer Clown, es ejemplar: Tras muchos años de trabajo, logró consolidar una buena posición dentro de la sociedad.

Tenía su propia compañía contratista, organizaba grandes fiestas temáticas en su casa, se disfrazaba de payaso e iba a hacer labor social con los niños enfermos a los hospitales. Poco antes de ser capturado estaba por acceder a la política. Era un hombre querido y reputado.

Para construir el perfil de un asesino serial, los especialistas del FBI analizan el escenario del crimen desde una perspectiva distinta a la de otros peritos en criminalística.

Los perfilistas no buscan huellas digitales, muestras de sangre, semen o cabellos que más tarde podrán servir como evidencias para una condena, sino que tratan de identificar en la escena del crimen los rasgos que permitan establece la personalidad del homicida, explica Douglas, que ha escrito tres best-séllers sobre el tema: Cazador de mentes: dentro de la unidad de crímenes seriales del FBI, Unabomber: tras la pista del asesino serial más buscado de los Estados Unidos y Viaje a la oscuridad. "La clave reside en estudiar lo que yo llamo victimología -dice el experto-.

Uno debe preguntarse por qué esta persona terminó de este modo... A diferencia de lo que ocurre en el crimen clásico (donde, por lo general, el motivo está fuera del cuerpo de la víctima), en los asesinatos seriales el motivo es el cuerpo.

Más de una vez he dicho que lo que hago a la hora de analizar un crimen es muy parecido a lo que hace un buen actor a la hora de prepararse para un determinado papel.

Los dos arribamos a una escena (en el caso del actor, se trata de la escena de un guión; en mi caso es la escena de un crimen) y entonces nos concentramos en la superficie de las cosas y de las palabras, e intentamos ver qué es lo que quieren contarnos.

Aprendemos nuestros parlamentos y, una vez que los sabemos de memoria, empieza la parte más complicada del trabajo."

Según Douglas, los asesinos seriales tienen tres ideas fijas -la manipulación, el dominio y el control de la situación- y una personalidad que puede ser dividida en dos grandes categorías:

El asesino organizado: es un tipo metódico que planifica cuidadosamente sus crímenes, acecha a su presa, trae consigo su arma predilecta y sólo entonces -una vez que tiene a la víctima en su poder- comete el asesinato, de manera lenta.

El asesino desorganizado: está dominado por impulsos súbitos, elige a sus víctimas espontáneamente, las domina y las mata con cualquier arma que esté a su alcance.

Indignada por la falta de progreso en la investigación, Anne Gautier se contactó con las familias de las otras víctimas y ha comenzado la cacería del criminal por sus propios medios: durante la última semana de octubre contrató a Stephane Bourgoin, un especialista en asesinos seriales formado en los Estados Unidos y él le pidió que recopilara información para elaborar un perfil del asesino.

Anne Gautier comenzó su investigación en un café ubicado frente al departamento de su hija y le preguntó al propietario si conocía a la joven asesinada en el edificio vecino. Según Gautier, el hombre la miró escandalizado y admitió que nunca había oído hablar sobre el caso. Cuando preguntó en otros bares y comercios cercanos, descubrió que la policía jamás había interrogado a los vecinos.

Benoit Chabert, el abogado de las familias de las otras dos víctimas, opina que la policía no destinó personal suficiente para encontrar al asesino. "A fines de 1995, cuando ocurrió el primero de los ataques, había una campaña de atentados terroristas en París -explica-. En el otoño de 1997, cuando se produjeron los otros dos crímenes, un tercio de la Brigada Criminal estaba asignado a la investigación de la muerte de la princesa Diana." Gautier comprende la importancia del caso de la princesa de Gales, pero siente una gran amargura porque no se dedicó la misma cantidad de tiempo y de recursos para encontrar al que mató a su hija.

El asesino serial sigue una lógica propia, que casi nunca tiene que ver con la lógica general. De ahí la dificultad para apresarlos. La mayoría de los asesinos seriales tiene coeficiente intelectual superior al promedio, con una destreza y una capacidad sobrenaturales para parecer tan normales como cualquier hijo de vecino. Por eso hay tantos casos en que han eludido a sus perseguidores durante años, dejando tras de sí una huella de cadáveres pero ninguna pista con respecto a sus identidades.

Por lo general, son varones jóvenes con buen estado físico. Las mujeres -en cambio- prefieren aniquilar a su propia familia antes que matar a desconocidos. ¿Por qué algunos asesinos seriales nunca son atrapados? Es improbable que un asesino compulsivo cambie de hábitos por propia voluntad. Más plausible es la explicación de que algunos asesinos se fuerzan a parar o terminan internados en cárceles o psiquiátricos por otros motivos.

La madre de Hélène Frinking descubrió que la policía parisiense tenía muestras de ADN que vinculaban al asesino de su hija con la muerte de Agnes Nijkamp, una diseñadora de 32 años muerta en diciembre de 1994. También descubrió que tenían una descripción bastante precisa del homicida elaborada por otra estudiante de Medicina de 25 años que, al igual que su hija, trabajaba con enfermos psiquiátricos y fue atacada en junio de 1995, cuando volvía a su casa de una fiesta.

El asesino repitió el mismo ritual que en los crímenes anteriores: la mujer fue atada a la cama, pero en un momento de distracción consiguió escapar de su victimario. La sobreviviente declaró que su atacante era de aspecto nordafricano, musculoso, de entre 25 y 30 años, bien vestido y que se expresaba correctamente. Dijo también que parecía minucioso, y describió con cuánta puntillosidad le había quitado los zapatos después de atarla.

Si un asesino serial es ordenado y prolijo en sus crímenes, es probable que tenga una personalidad rígida, que haya tenido problemas laborales y que haya vivido con sus padres hasta después de cumplir los 30 años. Si cubre la cara de alguna de sus víctimas puede significar que no fue elegida al azar, sino que la conocía y que después de violarla o matarla se sintió embargado por la culpa.

La Bestia de la Bastilla aún sigue suelta en París. El 23 de septiembre, el asesino volvió a atacar. Magali Sirotti, una estudiante de 19 años, fue encontrada atada a su cama y violada, con la garganta abierta. La chica vivía a menos de un kilómetro del departamento de Hélène Frinking. Gautier se enteró del asesinato porque su hermano lo leyó en un periódico barrial. "Tan pronto como vi el informe supe que era el mismo hombre." Una vez más, Anna Gautier pidió al juez que se alertara a la población, pero no tuvo éxito.

A mediados de octubre, Estelle Magd, una secretaria de 25 años, encontró una muerte similar en el barrio de la Bastilla y la policía finalmente reconoció la existencia del asesino serial, enviando a los medios de prensa el identikit que durante mucho tiempo permaneció guardado. La policía argumenta que no lo publicaron antes para evitar el pánico.

Ya son cinco las mujeres que aparecieron despedazadas en las rutas cercanas a Mar del Plata. El descuartizador que se desplaza en un Ford Galaxy color borravino tiene predilección por las prostitutas callejeras y por el paisaje rutero. Policías e investigadores coinciden en que se trata sólo de una cuestión de tiempo y de selección de su próxima víctima antes de que El Loco de la Ruta continúe con su juego macabro.

En 1996 hubo 23 casos de asesinatos múltiples en la Argentina. Pero los especialistas en criminología plantean diferencias entre los homicidas seriales y los múltiples. La más importante es que los seriales suelen planificar una seguidilla de asesinatos que tienen un patrón determinado. En cambio, los homicidas múltiples matan por motivos emocionales y de una sola vez. Generalmente, no padecen perturbaciones mentales ni tienen personalidad homicida.

El asesino serial típico sigue un modelo gradual de desarrollo que ha sido descripto en siete fases por el doctor Joel Norris, uno de los principales expertos norteamericanos en el tema. Estas son:

1. La fase áurea. El proceso se inicia cuando un potencial asesino comienza a retrotraerse a su mundo de fantasías. Externamente puede aparecer normal. Pero en el interior de su cabeza existe una zona oscura donde la idea del crimen se va gestando. Su contacto con la realidad se debilita y su mente comienza a ser dominada por sueños diurnos de muerte y destrucción. Gradualmente, la necesidad de liberar sus fantasías dementes llega a convertirse en una compulsión.

2. La fase de pesca. Como un pescador que recorre su espinel, el asesino comienza la búsqueda donde cree que puede hallar el tipo preciso de víctima. Puede elegir el patio de una escuela, una zona de prostitución callejera o una villa cariño. Lo más probable es que allí termine por marcar su blanco.

3. La fase de seducción. En algunos casos, el asesino ataca sin advertencia -atrapa una víctima en la calle o fuerza la entrada en una casa y mata a todos-, pero con frecuencia el asesino siente un placer especial en atraer a sus víctimas generando un falso sentimiento de seguridad, burlando sus defensas. Algunos asesinos seriales son tan seductores y tienen una apariencia tan inofensiva, que no les resulta difícil convencer a una mujer para que suba a su coche. Otros seducen con la promesa de dinero, trabajo o un lugar para pasar la noche.

4. La fase de captura. Consiste en cerrar la trampa. Ver sus reacciones aterrorizadas es una parte del juego sádico. Es el momento en el que una mujer que ha subido al automóvil de un desconocido amable descubre que van en la dirección equivocada y que la puerta sobre el lado del pasajero no tiene manija.

5. La fase del asesinato. Si el crimen es un sustituto del sexo, como es frecuente, el momento de la muerte es el clímax que buscaba desde que comenzó a fantasear con el crimen. Es frecuente que muchos psicópatas experimenten un orgasmo mientras matan. Y así como la gente normal tiene sus posiciones favoritas, los asesinos seriales tienen sus preferencias homicidas: algunos disfrutan estrangulando, otros golpeando o acuchillando.

6. La fase fetichista. Al igual que el sexo, el asesinato ofrece un placer intenso, pero transitorio. Para prolongar la experiencia, durante el período previo al siguiente asesinato, el homicida guarda un fetiche asociado a la víctima. Puede ser desde una billetera hasta un trozo del cuerpo.

7. La fase depresiva. Después del crimen, el asesino serial experimenta una etapa depresiva, equivalente a la tristeza pos-coital. La crisis puede ser tan profunda como para intentar suicidarse. Sin embargo, la respuesta más frecuente es un renovado deseo de matar.
¿Cuál es el detonante?

La policía y los investigadores han tratado de "entrar" en la mente del asesino. Así se han derivado una serie de causales para esta conducta. Entre ellas las siguientes:

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Abuso infantil
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Causas genéticas
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Desequilibrio químico mental
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Daño cerebral
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Padecimiento de injusticia social
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Exposición a eventos traumáticos

Lo dramático es saber que gran parte de la población reúne una o varias de estas características, pero no se vuelven asesinos seriales.

Tras mucho estudiar se tiene una conclusión parcial y esta consiste en aceptar que un asesino carece de una especie de "chapa de seguridad" moral que le impide detener sus impulsos violentos.

Jeffrey Dahmer declaró que sentía como si hubiera nacido incompleto, que algo le faltaba a su mente. Otro famoso asesino Dennis Nilsen, nunca comprendió la magnitud de lo que hacía. No entendía que hizo mal al asesinar tantos hombres.

Talento, intuición y ciencia

El asesino serial ejecuta una refinada operación mental, un trabajo artístico que aterra y seduce a quienes lo contemplan. Sin motivos aparentes, y con gran esmero y perfeccionismo, el homicida serial es el prototipo del criminal puro que mata sólo por el placer que le produce el sufrimiento ajeno.

En los Estados Unidos se estima que cualquiera de los componentes de una familia tipo de cuatro integrantes tiene un 37 por ciento de posibilidades de cruzarse o conocer a un asesino serial a lo largo de su vida.

Más allá de las clasificaciones genéricas, los especialistas en perfiles criminales del FBI siguen parámetros científicos, estadísticos y psicológicos para entender el comportamiento criminal y lograr un retrato del asesino.

Es un procedimiento complejo que incluye tanto intuición como ciencia y combina los talentos de Sigmund Freud y Sherlock Holmes para interpretar cada jugada en este ajedrez imaginario. En ciertos casos, los resultados pueden parecer sobrenaturales.

Por causa del brutal asesinato de una niña de 12 años, la policía de un pequeño pueblo en el sur de los Estados Unidos pidió apoyo de la unidad especial del FBI. John Douglas indicó que el asesino de la niña era un hombre blanco, divorciado, que manejaba un automóvil negro o azul, que trabajaba de obrero, había sido dado de baja deshonrosa del ejército, conocía a la víctima y tenía antecedentes por delitos sexuales.

Sobre la base de ese retrato, los policías identificaron y arrestaron al asesino: un hombre blanco, divorciado, que manejaba un Ford azul y que había trabajado en la casa de la víctima podando árboles.

El homicida había sido expulsado del ejército por haber estado implicado en un caso de violación.

Trabajando con métodos similares, el psicografólogo italiano Francesco Pesce determinó que los captores de Aldo Moro, el presidente del Partido Demócrata Cristiano secuestrado por las Brigadas Rojas, eran orales puros.

A los orales puros les atrae el agua por sobre todas las cosas y por eso era lógico buscar el escondite en un lugar cerca del mar y peina los bares de la costa.

Si la policía italiana hubiera tomado en serio el método de Pesce, probablemente habría dado con el paradero de Aldo Moro.

El primer retrato conductista de un asesino serial fue realizado por el doctor James Brussel en 1957, cuando Nueva York fue asolada por un psicópata a quien la prensa bautizó como El Bombardero Loco porque había colocado más de 30 bombas caseras en un período de 15 años.

Como la investigación no avanzaba, la policía pidió la colaboración del doctor Brussel. Después de estudiar los escenarios de los aten- tados y las cartas que el terrorista enviaba a los diarios, el doctor Brussel recomendóala policía que buscara un hombre de mediana edad, católico practicante, soltero, descendiente de europeos orientales, residente en Connecticut, que vivía con un hermano o hermana. "Cuando lo encuentren, es posible que vista un traje de color azul, cruzado", dijo Brussel.

Los policías detuvieron a George Metesky, un solterón de 45 años, hijo de inmigrantes polacos que vivía en Connecticut y asistía a la iglesia.

En lo único en que Brussel se había equivocado era en que no vivía con un hermano o hermana, sino con dos hermanas solteras.

Cuando Metesky fue arrestado, vestía un traje cruzado de color azul. El asombroso diagnóstico de Brussel se reconoce universalmente como el paradigma de una técnica que ahora se utiliza como una de las armas más potentes en la cacería de los asesinos seriales: el perfil psicológico.

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